El perfeccionismo puede convertirse en tu pero enemigo, pues tratar de hacer las cosas perfectas, no siempre es sinónimo de progreso. Muchas veces nos quedamos paralizados en un peldaño de la gran escalera y llegar al piso en el queremos estar, se vuelve un proceso cansado, tedioso y muuuy lento.
En cambio, hacer tus tareas lo suficientemente bien (sin estancarte en el perfeccionismo) te impulsa, te genera una mayor satisfacción personal y además te regala una dosis extra de motivación. Una combinación que seguramente quieres tener en tu rutina.
En este breve artículo tengo una fórmula rápida para medir la calidad de tu trabajo y el tiempo invertido, y de esta forma encontrar el mejor balance profesional y personal.
Imagina que tienes una cena en casa de tu jefe.
Todos llevarán algo de comer, y por supuesto, no quieres hacer el ridículo, pero el problema es que ¡no sabes cocinar!
¿Cómo resolverías este problema?
A) Comprar comida ya hecha
B) Preparar algo simple como una ensalada
C) Desempolvar el recetario de la abuela y “cocinar” algo espectacular
Por supuesto que la respuesta A y B son las mejores opciones ¿cierto? requieren invertir menos tiempo y obtienes un resultado lo suficientemente bueno.
En cambio, intentar aprender a cocinar nivel abuela y esforzarte al máximo para llevar un platillo perfecto, puede tener consecuencias negativas:
- Te genera estrés
- No estás invirtiendo tu tiempo de forma inteligente
- No eres realista con tus expectativas
- Es probable que tu platillo sea un fracaso y se queme en el horno
Y es normal que ocurra todo eso cuando intentamos lograr resultados perfectos. Yo no soy la excepción, me considero una perfeccionista, me empujo a exprimir al máximo mi capacidad para obtener los mejores resultados, pero, a lo largo del tiempo, he entendido que muchas veces lo más importante es simplemente avanzar.
Por ejemplo, los primeros artículos de Habitualmente honestamente no están muy bien redactados y tienen muchas faltas de ortografía. Pero ¿sabes que? ¡no importa!
El objetivo para mejorar en casi todo en esta vida es: tomar acción, hacer las cosas lo mejor que puedas, pero sobre todo, no estancarse en el perfeccionismo.
Seamos honestos si tus expectativas en torno a tus resultados son extremadamente altas, será difícil cumplirlas. Probablemente tendrás que invertir más de tu valioso tiempo y aún así existe la posibilidad de que no logres lo que esperabas, lo que debilita tu autoestima y la confianza en ti mismo.
Lo que tú quieres a nivel personal y sobre todo cuando se trata de productividad es avanzar. Todos queremos invertir menos tiempo y lograr resultados de calidad (incluso si no son resultados perfectos).
Repite conmigo: Quiero avanzar, invertir mi tiempo de forma inteligente y no estancarme en el perfeccionismo.
La «perfeccionitis aguditis» es el enemigo de tu productividad.
Ninguno de nosotros es inmune, todos podemos caer de vez en cuando en el perfeccionismo.
Ojo: esto no quiere decir que hay que volvernos mediocres con nuestro esfuerzo y no aspirar a tener resultados excelentes.
Esto significa que debes de esforzarte sin disminuir tus estándares personales, pero sobre todo, invertir el tiempo de forma inteligente para lograr resultados lo suficientemente buenos, resultados que tengan espacio para seguir mejorando con el tiempo.
Hay que aprender a ser realistas y decirte a ti mismo: “ok, está lo suficientemente bien, ahora lo que sigue”.
Encontré este ejemplo de algunos artistas que honestamente dibujaban muy mal al inicio, pero después de un tiempo los resultados son impresionantes. Ellos no aspiraron a ser perfectos desde el principio, sino se enfocaron en tener espacio para mejorar.
Pero entonces, ¿por qué nos estancamos en el perfeccionismo? y ¿qué ocurre cuando esto sucede?
No hay comentarios:
Publicar un comentario